Deinner Eliut Ordóñez Corozo es considerado una de las promesas más prometedoras de la cantera de Independiente del Valle, institución reconocida como uno de los centros de desarrollo juvenil más exitosos de Sudamérica
Por Fútbol Insider
Cuando Miguel Ángel Ramírez, el histórico director de la cantera de Independiente del Valle, habla de generaciones especiales, suele ser conservador. Pero hace tres meses, en una conversación privada con otros directores técnicos del fútbol ecuatoriano, soltó una frase que ha corrido como reguero de pólvora: "Este chico no tiene techo, y por primera vez en años, me atrevo a decir que puede ser mejor que los que se fueron". El 'chico' es Deinner Ordoñez, un central de 16 años que ya mide 1,88 y juega donde le dicen que no debería: en la Selección Sub-20 de Ecuador.
El talento que se hace mayor antes de tiempo
Nacido en Guayaquil el 29 de octubre de 2009, Ordoñez no conoce otro hogar que la academia de Independiente. Formado desde los 8 años en el club que perfeccionó el arte de vender talento joven, su carrera ha sido una escalada constante que rompe todos los protocolos de desarrollo. En febrero del 2025, cuando participó en el Sudamericano Sub-15 donde Ecuador fue subcampeón, ya había jugadores de 18 años nerviosos al verlo entrenar.
Pero lo que realmente puso a Europa en alerta fue su convocatoria al Sudamericano Sub-20 en 2025. A los 15 años, cuando la mayoría de sus compañeros de promoción estaban en la Sub-17, Ordoñez no solo viajó con los mayores: se ganó la titularidad. Un observador de la Premier League que estuvo en el torneo describió su actuación con una sola palabra: "descarado". Descarado por cómo anticipaba a delanteros de 19 años. Descarado por cómo salía con el balón controlado desde el fondo. Descarado por esa seguridad que no se enseña.
El cuerpo de un senior y la frescura de un adolescente
Lo primero que sorprende al ver a Ordoñez es su físico. No es solo la altura, es la proporción. Tiene la envergadura de un pivot de baloncesto pero se mueve como lateral. En un entrenamiento reciente con la Sub-17, el GPS registró sus sprints: 34,2 km/h, velocidad punta de extremo, no de central. Esa es su gran mentira: aparece donde no debe llegar.
Su entrenador en Independiente, que prefiere mantenerse en el anonimato, cuenta un detalle revelador: "Lo tenemos que frenar en los entrenamientos. Le decimos que no salga tanto, que espere atrás, y a los cinco minutos está de medio en medio del campo robando un balón. Es su naturaleza. Se aburre defendiendo cerca del área".
Esa ambición tiene costos. Los reportes técnicos advierten que su agresividad, a veces, le juega en contra. Ha acumulado tarjetas innecesarias por entradas que parecen de videojuego: llega porque puede, no porque deba. Pero eso, insiste su cuerpo técnico, se corrige con minutos y experiencia. Lo que no se enseña es ese timing natural para cortar un pase, ese olfato de depredador que ya tiene.
Los pies que enamoran a Europa
Si el físico abre puertas, la técnica las mantiene abiertas. Ordoñez es prácticamente ambidiestro. No es un 'puede jugar con los dos', es un 'no sabes cuál es su pierna buena'. En la cantera de Independiente le gustan los rondos de toque con el equipo de cierre: él es el único defensa que participa y no desentona.
Su capacidad de salida es lo que ha hecho que Liverpool active seguimiento directo desde Inglaterra desde hace seis meses. No es un central que 'saca el balón'. Es un central que construye. Ve espacios entre líneas que ni los medios han visto. Su pase filtrado a los interiores es un recurso constante. El problema, reconocen sus entrenadores, es que a veces elige la solución complicada cuando la fácil también funciona. "Le gusta el riesgo. Le fascina el riesgo. Tenemos que enseñarle cuándo no arriesgar", comenta un miembro del cuerpo técnico de la Tri Sub-20.
En el juego aéreo es, simplemente, dominante. Gana el 78% de los duelos defensivos por arriba. Pero aquí viene otra de sus contradicciones: en ataque, en las pelotas paradas, no es tan contundente. Le falta ese instinto goleador. "No es egoísta", explica su preparador físico. "Prefiere quedarse atrás cubriendo el contraataque. Es el único central que se queja cuando lo mandan de nueve en el entrenamiento".
Independiente del Valle: la fábrica perfecta
El contexto importa. Ordoñez no está en cualquier club. Está en la institución que, en los últimos años, ha exportado a Piero Hincapié (Bayer Leverkusen), Willian Pacho (PSG), Moisés Caicedo (Chelsea) y Kendry Páez. Saben lo que tienen y, sobre todo, saben cómo venderlo.
El club tiene una política clara: no se vende antes de los 18, y si se vende, no es barato. En julio de 2025 rechazaron una oferta formal de Portugal. Ahora, según fuentes del entorno del jugador, tienen un preacuerdo con el Chelsea para que el traspaso se concrete en enero de 2028, cuando cumpla 18. La cifra no se ha filtrado, pero en el mercado se habla de cifras cercanas a los 12 millones de euros más bonus. Para un defensa de 16 años, eso es casi una locura. Para Ordoñez, los scouts dicen que "es razonable".
La prueba de fuego más cercana
Ahora mismo, Deinner entrena con el primer equipo de Independiente dos veces por semana. Los veteranos del plantel, cuando le preguntan, le dicen que se calme. Pero en los partidos de la Serie A juvenil, sigue siendo el mismo. En la última fecha, contra Emelec Sub-18, le marcaron un golpe de cabeza a su equipo. A los tres minutos, él respondió anticipando al delantero en la media luna, robando el balón y montando el contrataque del empate. Los compañeros de 17 y 18 años lo miraron como diciendo "tú no deberías hacer eso". Él solo sonrió.
Proyección: el central que cambiará la conversación
Los informes de scouting tienen una sección que dice "potencial". En el de Ordoñez, esa casilla dice "clase mundial". No es hype juvenil. Es la constatación de que un defensa de 16 años no juega en una Sub-20 si no está a años luz de su generación.
El reto ahora es gestionar la expectativa. Su cuerpo técnico sabe que el salto más grande no es el físico ni la técnica: es la cabeza. Los centrales modernos no solo defienden. Lideran. Organizan. Y Ordoñez tiene que pasar de ser el crío más grande de la clase a ser el profesional que marca a un Karim Benzema (o quien sea su equivalente en 2028) sin pestañear.
¿Llegará? Todos los indicadores dicen que sí. Pero el fútbol es implacable con los prodigios. Lo que separa a Hincapié de otros centrales ecuatorianos talentosos no es solo el talento: es la cabeza. Y esa, en Deinner, es la única incógnita que queda por resolver.
Un jefe de scouting de la Bundesliga que le vio en el Sudamericano Sub-20 resume el sentimiento general: "No te digo que será el mejor central del mundo. Te digo que tiene las herramientas para estar en esa conversación. Y a los 16 años, eso es más de lo que hemos visto en mucho tiempo".
En Guayaquil, mientras tanto, su familia sigue viviendo con normalidad. Su padre, taxista, cuenta que el chico sigue pidiendo que le graben los partidos del Barça para estudiar a Araujo. "Dice que le falta mucho", comenta. Cuando lo oyen los observadores, ríen. No porque no sea verdad, sino porque si esto es solo el comienzo, el techo de Deinner Ordoñez está en las nubes que él mismo ayuda a defender.
Desde Fútbol Insider, hemos visto pasar a las grandes promesas y hemos aprendido a distinguir el brillo del oro. Con Deinner estamos convencidos: esta no es solo otra perla del fútbol ecuatoriano. Es el central que marcará diferencias, el que cambiará partidos, el que en pocos años estará en el radar de los mejores clubes del mundo. Y nosotros estaremos aquí, atentos a cada paso de su progresión, porque historias como la suya son las que merecen ser contadas desde el inicio.
*Y para que veáis con vuestros propios ojos lo que estamos contando, aquí está su juego en acción. No son acciones sueltas: es su ADN en unos pocos minutos...
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